
Gabriel García Marquez, alumno Montessori
El reconocido escritor, autor de «Cien años de soledad», traducida a 47 idiomas y con más de 50 millones de ejemplares vendidos, aprendió a leer gracias al Método Montessori.
En su obra «Un manual para ser niño» es muy crítico con los sistemas educativos tradicionales y los asocia a infelicidad laboral, profesiones frustradas y prodigios echados a perder.
En el primero de sus tres libros de relatos autobiográficos «Vivir para contarla», cuenta su paso por la escuela Montessori, a la cual agradece porque le permitió aprender por sí solo y le dio la libertad para trabajar por sus propios intereses.
El escritor, que tuvo dificultades para aprender a leer dentro del método tradicional de enseñanza y aprendió a leer y a escribir gracias al Método Montessori, cuenta:
«El consuelo fue que en Cataca, Colombia, habían habierto por aquellos años una escuela Montessoriana, cuyas maestras estimulaban los cinco sentidos mediante ejercicios prácticos y enseñaban a cantar. Estudiar era algo tan maravilloso como jugar a estar vivo.
«Aprendí a apreciar el olfato, cuyo poder de evocaciones nostálgicas es arrasador. El paladar, afiné hasta el punto de que he probado bebidas que saben a ventas, panes viejos que saben a baúl, infusiones que saben a misa… No creo que haya método mejor que el Montessoriano para sensibilizar a los niños en las bellezas del mundo y para despertarles la curiosidad por los secretos de la vida.»
«Me costó mucho aprender a leer. No me parecía lógico que la letas «m» se llamara «eme», y sin embargo con la vocal siguiente no se dijera «emea» sino ma. Me era imposible leer así. Por fin, cuando llegué al Montessori la maestra no me enseñó los nombres sino los sonidos de las consonantes. Así pude leer el primer libro que encontré en un arcón polvoriento del depósito de la casa; estaba descosido e incompleto pero me absorbió de una manera muy intensa. Pasaron varios años antes de saber que el libro era «Las mil y una noches…»
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